Mike Daisey’s “All The Faces of the MOON”… Monólogos ambiciosos, pretensiosos y laberínticos
Mike Daisey’s “All The Faces of the MOON”… Monólogos ambiciosos, pretensiosos y laberínticos
El monologista Mike Daisey ciertamente tiene sus aficionados…el íntimo salón de Joe’s Pub del Public Theatre estuvo lleno durante dos funciones recientes del mismo fin de semana…la función del 21 y del 22 de septiembre. Al escuchar el primer monólogo, en realidad el capítulo 17 de los veintinueve capítulos que forman la obra completa, me quedé algo impresionado del trabajo, o sea el arte y la ambición del artista quien, mientras sentado en una mesa a unos pasos de los espectadores, hilvana historietas deshilvanadas en su esfuerzo para crear una obra entera y completa.
En el decimoséptimo capítulo, titulado Jupiter is a King who Never Came Back (Júpiter es un rey quien nunca regresó) el locutor discutió, entre otros asuntos: los helados servidos en McDonalds y su apetito rapaz, un avión que desapareció en 1961, cómo llegar a Luna Park, Katz’s Deli, una institución culinaria y turística en New York, el programa de televisión Boardwalk Empire, los vampiros, los fantasmas que creen que todavía viven…y la ocasión cuando él botó a su esposa, Jean-Michelle Gregory (la directora de los monólogos) de un zepelín. Ochenta minutos de una charla que, según este Conocedor, Daisey pudiera haber tachado al menos veinte minutos del flujo de conciencia de lo que es básicamente un monólogo interior.
En el decimoctavo capítulo, titulado A Hanged Man Knows How to Bluff (Un hombre ahorcado sabe fingir) siguió algunos de los mismos temas, incluyendo el del zepelín, Katz’s Deli, los fantasmas, y presentó algunos nuevos…pero había tantos cambios de tema, tantas alusiones e ilusiones que yo (y francamente muchos de los espectadores) ya no podía más…o sea, el locutor era tan locuaz que ya no quería escuchar más, ni me importaba lo que estaba describiendo, lo que estaba pasando ni lo que iba a pasar en los capítulos siguientes. Un monólogo hubiera bastado…un caso que prueba que, en uno casos, y sobre todo en una serie de monólogos, menos es suficiente. “Todas las caras de la luna” sigue en cartelera en en el Public Theatre hasta el tres de octubre…y yo, como el Dios Júpiter en el capítulo diecisiete, no voy a regresar.