Chester Bailey…cuando no se acepta la verdadera realidad
Drama apasionado, maravillosamente actuado, estrena en el Irish Rep
Ojalá hubiera visto la obra Chester Bailey más temprano en su temporada en el Repertorio Irlandés de Nueva York para que más de mis lectores pudieran asistir a una función de la extraordinaria obra en cartelera Off Broadway. Por desgracia, ya no está en cartelera …dio su última función el veinte de noviembre, pero estoy seguro de que reaparecerá en algún teatro cercano en un futuro no muy distante. La obra del escritor Joseph Dougherty, sobre todo con los dos actores Reed Birney y su verdadero hijo Ephraim que la interpretan, es algo muy especial, una de estas obras muy profundas que va más allá de su propia materia para tocar cada uno de nosotros.
Los dos personajes, un médico psiquiátrico, el doctor Philip Cotton (Reed Birney, maravilloso) y su paciente Chester Bailey (Ephraim Bailey, impresionante e igualmente maravilloso) luchan un duelo de palabras para revelar la verdadera verdad…una verdad universal tras las creencias personales. Es durante la segunda guerra mundial y Chester, como todos los americanos de su edad, quisiera servir su patria por inscribirse en el ejército, pero por la insistencia de sus padres, se queda en Brooklyn donde su padre le había conseguido un trabajo en una fábrica de las fuerzas navales; así, podrá servir la patria sin peligro…o así creen sus padres…hasta que un trabajador lo ataca, quemándolo con un soplete y quitándole los dos ojos y las dos manos. Cuando empieza el drama, Chester está en la cama de un hospital; con él está el psiquiatra quien trata, durante el curso del drama, de convencerle que ya no tiene manos para tocar ni ojos para ver.
Claro que el desilusionado Chester insiste en que él sí tiene manos y que sí puede ver. Para probárselo al médico, describe un cuadro que ve, en la pared…pero que no está de veras allí. Cuando el psiquiatra le pregunta ¿por qué las enfermeras tienen que darle de comer?… el astuto Chester le contesta que es parte de su servicio. Al fin, el médico imagina una manera de revelarle al paciente la verdad. Los dos hombres se dependen el uno del otro describiendo una serie de encuentros amorosos que Chester imagina pero que recuerda mal y el médico le describe un amorío que ha tenido con la esposa de su jefe. La relación descrita por Chester no es con quien piensa, sino con alguien del hospital.
El drama hace unos comentarios muy reveladores acerca del poder de la imaginación frente a la realidad…además, es una alegoría para lo que estamos viviendo en el mundo de hoy cuando nadie quiere creer la verdad que nos envuelve. Los dos actores manejan bien las pesadas demandas de sus papeles. Birney, padre, es un experto en su arte y revela cosas con sus miradas que no necesitan ser expresadas con palabras. Birney, hijo, es tan convincente en su papel que el espectador quiere ver lo que está viendo y sentir lo que está sintiendo. Hubiera sido difícil, muy difícil, encontrar a dos actores más adeptos, peritos y diestros que los dos Birneys en estos papeles. Además, la relación de ser padre e hijo les sienta perfectamente en sus mutuos cambios de ideas.. La dirección de Rog Langomarsino muestra entendimiento y equilibrio necesarios en un drama tan emocional y emocionante.
Si tienen la oportunidad de asistir a una función de Chester Bailey en algún teatro en o fuera de Nueva York, deben hacer todo lo posible para conseguir unas entradas…no se lo arrepentirán.